sábado, 4 de diciembre de 2010

Los Aborígenes en la Argentina



Los Pueblos Indígenas en la Argentina de hoy.
Expropiados sus territorios y vencidos militarme sus jefes, las naciones indígenas fueron incorporadas como pueblos sometidos y ocupantes precarios en sus propios territorios; fueron obligados a adoptar una religión y un estilo de vida extraños. Destruida la autonomía de sus sistemas socioeconómicos desde entonces quedaron subordinados a los procesos de expansión y retracción del capitalismo, aunque su seguridad alimentaria dependa más de la caza, pesca, recolección y pequeños cultivos, al norte y de los rebaños de ovejas y vacas al sur. Un amplio porcentaje de la sociedad nacional considera que no hay indígenas en Argentina porque la mayoría se extinguió o está a punto de hacerlo o porque “sus descendientes” se asimilaron a la civilización occidental y viven como cualquier otro ciudadano. Estas imágenes del sentido común han contribuido para que muchos indígenas se vean obligados a ocultar su identidad de manera defensiva a fin de evitar ser objeto de discriminación racial. Aún así es frecuente en el lenguaje corriente el uso de versiones peyorativas que asimilan "indio/indígena" a vago, indolente, sucio, bruto, salvaje.

Localización de los pueblos indígenas
Su composición y distribución serían aproximadamente las siguientes:

Región Noreste: (provincias de Chaco, Entre Ríos, Formosa, Misiones, Santa Fe, Santiago del Estero) Pueblos: Charrúa, Lule, Mbya-Guaraní, Mocoví, Pilagá, Toba, Tonocoté, Vilela, Wichí.
Región Noroeste: (provincias de Catamarca, Jujuy, La Rioja, Salta, San Juan, Santiago del Estero, Tucumán,) Pueblos: Atacama, Avá-Guaraní, Chané, Chorote, Chulupí, Diaguita-Calchaquí, Kolla, Ocloya, Omaguaca, Tapiete, Toba, Tupí-Guaraní, Wichí.
Región Sur: (provincias de Chubut,  Neuquén,  Santa Cruz, Tierra del Fuego): Pueblos: Mapuche, Ona, Tehuelche, Yamana.
Región Central: (Ciudad Autónoma de Buenos Aires y provincias de Buenos Aires, Córdoba, La Pampa, Mendoza): Pueblos: Atacama, Avá Guaraní, Diaguita-Calchaquí, Huarpe, Kolla, Mapuche, Rankulche, Toba, Tupí Guaraní. Comechingon.
La mayoría vive en asentamientos rurales y en forma comunitaria representando aproximadamente entre un 3 % y un 5% de la población total del país. Algunas provincias cuentan con un 17 a 25% de indígenas en su población. El empobrecimiento creciente de sus territorios sobre todo en las tierras altas ha ocasionado una importante migración hacia las ciudades, desconociéndose por completo, la cantidad de personas que viven en centros urbanos; si bien se conoce por información de las organizaciones indígenas que su proporción es elevada en algunas capitales de provincias, como por ejemplo Neuquén. Asimismo, proporcionalmente la ciudad de Buenos Aires (capital del Estado)  y su zona de influencia, concentra la mayor cantidad de personas indígenas de todo el país.

 Población indígena por pueblo de pertenencia
TOTAL 383.132 hogares
PUEBLO 
PROVINCIA 
CANTIDAD
Mapuche
Chubut; Neuquén; Rio Negro y Tierra del Fuego.
76.606
Kolla
Jujuy y Salta.
53.019
Toba
Chaco; Formosa y Santa Fe
47.591
Wichí
Chaco; Formosa y Salta.
36.135
Ava Guarani; Guarani; Tupi Guarani
Jujuy y Salta.
29.703
Ava Guarani; Guarani; Tupi Guarani
Cdad. de Buenos Aires y 24 partidos del Gran Buenos Aires.
20.340
Toba
Cdad. de Buenos Aires y 24 partidos del Gran Buenos Aires.
14.456
Diaguita Calchaquí
Jujuy; Salta y Tucumán
13.773
Huarpe
Mendoza; San Juan y San Luis
12.704
TOTAL

383.132
  
Idioma
Muchos hablan sus idiomas originarios, siendo importante la proporción de monolingüismo. No obstante entre aquellos que debieron migrar a las ciudades, sobre todo a mediados del siglo pasado, se fue perdiendo, paulatinamente, el hábito de hablar en lengua materna, de manera que sus hijos y en general las generaciones jóvenes, desconocen su propia lengua. Desde hace algunos años se  promueve la educación bilingüe e intercultural pero no existe un sistema federal que permita su ejecución efectiva.

Religión
Todos los pueblos originarios mantienen sus creencias ancestrales a pesar de haber sido sometidos a una variedad de procesos de evangelización tanto en tiempos de la conquista y colonización como en el presente.  Algunos, como los Kom (Toba), han desarrollado iglesias propias a partir de una fusión entre sus creencias y la religión protestante.

Economía. Situación en que se encuentran las comunidades rurales
En la región del Chaco Centro Occidental que concentra la más alta proporción de pueblos indígenas (9 etnias diferentes), una mayoría de los cuales son cazadores y recolectores, la tala indiscriminada del monte nativo por parte de empresas forestales y apropiadores no indígenas y la ganadería extensiva a campo abierto provoca desertización, empobrecimiento de los suelos y pérdida de biodiversidad. Los gobiernos locales ofertan y venden la tierra pública a empresarios que desmontan grandes extensiones para la instalación de explotaciones agrícolas afectando la reproducción de la fauna y flora silvestre  que son el alimento de las familias indígenas. El río Pilcomayo proveedor de peces de las comunidades ribereñas exhibe niveles altos de contaminación por mercurio y otros metales pesados debido al derrame de estas sustancias en zonas mineras de países vecinos. Los planes de desarrollo estatales implementados inconsultamente en los territorios indígenas alteran las áreas de uso tradicional aumentando la desnutrición y la  pobreza.
En la región centro sur los pueblos Mapuche, Teheulche y Rankulche enfrentan la permanente invasión y robo de tierras. Entre los terratenientes y comerciantes de la zona es frecuente la práctica de "correr los alambrados de noche". Los gobiernos locales ofertan y venden tierras públicas con comunidades o familias indígenas adentro. En los últimos años el interés de algunas corporaciones multinacionales por las tierras patagónicas ha venido presionando a pequeños  productores locales que apremiados por un mercado lanar en baja, les venden estancias y haciendas reduciendo aún más las posibilidades de recuperación de los territorios indígenas. Por el otro lado no son los indígenas quienes aprovechan el empleo generado por la instalación de las agroindustrias pues su vinculación con el mercado laboral es precaria, inestable o prácticamente inexistente.
Otro problema serio que enfrentan las comunidades de la zona sur es la contaminación petrolera. En algunas de ellas las napas freáticas han sido invadidas por hidrocarburos siendo imposible el aprovechamiento del agua. Las personas indígenas, especialmente niños y ancianos presentan niveles inaceptables de plomo y mercurio en sangre.

ABORÍGENES DE LA REPUBLICA ARGENTINA
Los principales aborígenes que habitaban este territorio eran:
Nombres
¿Nómades o Sedentarios?
¿Dónde vivían?
¿A qué se dedicaban?
Calchaquíes
Sedentarios
Prov. de Salta, Jujuy y Tucumán
A la Agricultura, criaban llamas
Matacos
Nómades
Prov. de Formosa y Chaco
A la recolección, cultivaban y tejían 
Guaraníes
Nómades
Prov. de Misiones, Corrientes y Entre Ríos
A cultivar, cazar y pescar
Diaguitas
Sedentarios
Prov. de Catamarca, La Rioja y San Juan
A la agricultura y a la caza
Querandíes
Nómades
Prov. de Buenos Aires y Santa Fe
A la caza
Comechingones
Nómades
Prov. de Córdoba y Santiago del Estero
A recolectar, cultivar y cazar
Patagones
Nómades
Prov. de Río Negro, Chubut y Santa Cruz.
A cazar y recolectar
Onas
Nómades
Prov. de Tierra del Fuego
A cazar
 
Los indígenas y sus construcciones

Los aborígenes nómades: dependencia del medio natural
Actualmente, la mayor parte de la población argentina vive agrupada en ciudades como Eduardo Castex o en otras más grandes o más pequeñas. Pero no siempre fue así. Hace alrededor de seiscientos años, antes de la llegada de los españoles, en el actual territorio argentino vivían muchos pueblos indígenas.
La mayor parte de esos pueblos eran cazadores-recolectores. Como no producían sus propios alimentos dependían mucho de la naturaleza. Por eso eran nómades. De tanto en tanto, cuando comenzaba a escasear la comida, debían mudar sus toldos o rancheríos hacia lugares en los que hubiera animales, raíces y frutos en abundancia.

Los aborígenes sedentarios: agricultura e independencia de los rigores geográficos
En el Noroeste y en algunas zonas del Noroeste del actual territorio argentino, había pueblos agricultores. No necesitaban desplazarse en busca de alimentos: eran sedentarios. En algunos casos, practicaban la agricultura por medio del riego. También había pueblos que almacenaban alimentos para las épocas en las que no se podía cultivar.
Las dificultades y obstáculos que presentaba la naturaleza, especialmente el clima, no eran problemas tan importantes para su subsistencia como lo eran para los pueblos nómades. Surgieron así algunas localidades, como Quilmes de Calchaquí, que lograron superar los 1000 habitantes.
Algunas de estas comunidades indígenas fueron incorporadas al imperio de los incas, que tenía su ciudad capital en Cuzco, en el actual territorio de Perú. Otras, en cambio, ofrecieron resistencia y en esos casos las localidades se convirtieron en centros de defensa frente al avance de los soldados del imperio incaico.

Los yámanas, nómades del mar
Cazar ballenas y lobos marinos, pescar y recoger mariscos eran las actividades más importantes de los yámanas. Estos pueblos cazadores y recolectores habitaban en el sur de la isla Grande de Tierra del Fuego y en las islas del archipiélago del Cabo de Hornos. Aunque eran muchos, vivían en pequeños grupos formados por unas pocas familias muy independientes. No tenían jefes ni caciques.
Los yámanas no se establecían en forma permanente en una isla. Eran nómadas: levantaban su campamento en una playa o cerca de un arroyo y se quedaban allí unos pocos días. Cuando los alimentos escaseaban, abandonaban las viviendas y se iban en sus canoas buscando aguas y playas donde hubiera buena caza y buena pesca.

Vivían en chozas muy sencillas
Las casas que construían los yámanas eran muy simples. Sus chozas tenían forma de cono o cúpula.
Para hacer una choza, primero construían un armazón con postes o ramas. Luego lo cubrían con hojas y ramas y finalmente, con cueros de lobos marinos.
La casa tenía una entrada pequeña que cubrían con un trozo de cuero para protegerse del frío. La parte superior de la choza se dejaba abierta. Por esa abertura salía el humo de las brasas que siempre ardían en el centro de la choza.


Hábitos
Los yámanas, para darse calor, dormían muy apretujados, uno sobre otro.
Los yámanas comían huevos duros de cormorán, pingüino, cauquén... También comían hongos y algunas raíces y tallos. Pero su alimentación era fundamentalmente de origen animal: carne asada y grasa derretida de lobos marinos, ballenas y delfines; peces, mejillones y otros moluscos.
Las mujeres preparaban pieles, confeccionaban ropa, hacían canastos, cocinaban y cuidaban a los chicos. También eran ellas las que construían las chozas.
Además de cazar en el mar, los hombres cazaban sobre tierra firme guanacos, pájaros, cormoranes, pingüinos... Para ello, fabricaban arcos, flechas, hondas y lazos.
A los niños varones les encantaba dejarse caer por las lomas.

 Las canoas: un segundo hogar
Los yámanas pasaban gran parte del tiempo navegando por las aguas encrespadas de la región. Desde sus frágiles canoas, obtenían los alimentos fundamentales para su supervivencia.
Las canoas yámanas eran muy grandes (cinco metros de largo y un metro de ancho en su parte media) y livianas. Las hacían con la corteza del coíhue, un árbol de la región. Sólo utilizaban madera para la construcción del armazón.

Una tarea comunitaria: la caza de la ballena
Cuando los yámanas descubrían alguna ballena descansando en las aguas de un canal, se organizaban para atacarla. Varias familias se acercaban y desde las distintas canoas le arrojaban arpones que llovía sobre el animal. Si no lograba escapar, la ballena se desangraba y moría. Entre todos la llevaban hasta la playa más cercana. Entonces, tras tantas horas de esfuerzos, la alegría estallaba entre los cazadores porque cientos de kilos de grasa y carne les aseguraban una buena alimentación por muchos días.

Más hábitos
Las mujeres remaban incansablemente. Tenían una gran habilidad para dirigir la canoa hacia los lugares que les señalaba el cazador.
Los niños sacaban el agua que se filtraba en la canoa y cuidaban que no se apagaran las brasas del fogón. El fuego no incendiaba la canoa porque se hacía sobre una plataforma de piedras.
Los hombres yámanas iban al acecho, parados en la proa de la embarcación. Para cazar y pescar usaban arpones de distinto tamaño que terminaban en una punta de hueso que podía tener forma de dientes, serruchos o ganchos.
Hombres, mujeres y niños usaban un taparrabos de cuero pequeño. Se cubrían con una capa que fabricaban con pieles de lobo marino, nutria de mar, guanaco o zorro. A veces, se calzaban con mocasines de piel.
Las mujeres recogían mejillones y otros mariscos. Para ello usaban unos largos palos que terminaban en forma de pinza. También pescaban con línea y carnada o con canastos.
Hasta la confederación al mando de un solo general, revestido con poder terrenal y divino.

Los tehuelches: Gente caminadora en la Patagonia.
En la actual provincia de Santa Cruz y en toda la Patagonia vivían los tehuelches. Eran nómades. Viajaban mucho a pie, en pequeños grupos, a través de las mesetas patagónicas. Cuando empezaba el verano, llegaban a la cordillera, desde la costa. Acampaban allí porque había animales para cazar y agua para beber.
Cazaban sobre todo guanacos y ñandúes. Para cazar estos animales y otros de la zona, como pumas, huemules, peludos, maras, zorrinos y patos, utilizaban el arco y la flecha.
Vivían en tolderías
Los tehuelches acampaban en toldos muy simples que construían con armazones de madera cubiertos con cueros de guanaco. Vivían en grupos pequeños, formados por unas pocas familias. Cada uno de esos grupos tenía un jefe que los guiaba en la caza y en las mudanzas, pero que no podía dar órdenes. Los tehuelches eran muy independientes y no reconocían una autoridad mayor a la del padre de familia.

La mudanza
Hacia el fin del otoño, las mujeres tehuelches levantaban el campamento y cargaban, en sus bolsas, las herramientas y comida. Con los toldos a cuestas, junto a sus hombres y niños, se ponían otra vez en movimiento. Todos juntos, guiados por sus caciques, seguían a guanacos y ñandúes a través de territorios conocidos, en su viaje hacia la costa.

Hábitos
Para evitar que la lluvia se filtrara en los toldos, las mujeres impermeabilizaban los cueros con grasa.
Los hombres fabricaban arcos y flechas con punta de piedra, raspadores de piedra y otras herramientas.
Mujeres y hombres usaban taparrabos y se cubrían con unos mantos llamados quilangos que confeccionaban con piel de guanaco y decoraban con dibujos geométricos y colores muy llamativos. Calzaban sandalias de cuero y mocasines de piel.
Los tehuelches se alimentaban sobre todo con la carne (asada o hervida) de los animales que cazaban. También comían huevos de ñandú, calafates, frutillas, raíces y hongos que recogían en la zona.
Antes de usar los cueros de los guanacos para hacer toldos, vestimentas y muchas otras cosas, había que limpiarlos y acondicionarlos.

Los guaraníes de los bosques misioneros
En el actual territorio de la provincia de Misiones, habitaban, agrupados en aldeas, los guaraníes. El maíz era uno de sus alimentos más importantes. Con él hacían polenta, chipá, bebidas y hasta el rico pochoclo.
Los guaraníes habían aprendido a cultivarlo hacía ya mucho tiempo. Para poder hacerlo, primero tenían que abrir claros en el bosque ya que los árboles y la vegetación dificultaban la entrada de los rayos del sol y la llegada del agua de lluvia. Sólo después de tan pesados trabajos podían sembrar y cosechar.
Una vida sedentaria en pequeñas aldeas
Los guaraníes eran agricultores. Como producían sus propios alimentos no necesitaban mudarse de un lugar a otro. A diferencia de los yámanas y de los tehuelches, los guaraníes vivían en aldeas en forma bastante estable: eran sedentarios.
Las aldeas de los guaraníes estaban formadas por pocas casas (aproximadamente ocho) que eran grandes y se levantaban alrededor de una plaza. Esas edificaciones estaban rodeadas por un cerco y un foso que protegían a los aldeanos de los ataques de otros pueblos y de los temíbles yaguaretés.
  
Con jefes y hechiceros
En cada casa vivía una familia extensa formada por varias parejas y sus hijos, padres, abuelos y tíos. Las familias eran tan numerosas que en una misma casa vivían ¡cien o más parientes! Cada una era dirigida por un jefe que los comandaba en las guerras y cumplía la función de juez en las peleas familiares.
Entre estos jefes se elegía el tuvichá o jefe máximo de la aldea. El tuvichá era muy respetado pero no podía dar órdenes. Debía convencer a la gente de su pueblo por medio de la palabra. No se distinguía demasiado del resto del pueblo. Una de las pocas deferencias que lo distinguía era que podía tener varias mujeres.
Además de los jefes, entre los guaraníes se destacaban los payés. Eran médicos hechiceros que también tenían poderes para comunicarse con los dioses y los porás, unos duendecillos protectores de plantas y animales. Los payés trataban indigestiones, infecciones y fiebre con hierbas medicinales y ungüentos.

Hábitos
Para abrir claros en el bosque, primero había que talar los árboles y luego quemar las malezas. Después, abrían hoyos y en ellos sembraban las semillas.
Los guaraníes cultivaban maíz, zapallo, mandioca, batata, tabaco y algodón. También recolectaban frutos y plantas, como la yerba mate. Con ella preparaban nuestro conocido mate.
Las casonas tenían cincuenta metros de largo. Las paredes eran de madera y estaban revocadas con barro. No tenían ventanas. Los techos, altos y a dos aguas, estaban cubiertos por hojas de palmera o pasto. Se entraba por puertas construidas en sus extremos.
Las mujeres preparaban distintos tipos de comida. Con harina de maíz, hacían unos bollitos deliciosos y nutritivos: los chipás. En varias provincias del nordeste argentino y en el Paraguay se siguen haciendo chipás, como hace seiscientos años.
Los guaraníes hacían ollas, platos y tinajas con distintos materiales. Pero, en general, los recipientes eran canastos de diferentes formas confeccionados con tiras de cortezas.

En el Noroeste, los diaguitas
En el Noroeste, en las actuales provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja, habitaban los diaguitas. Eran muchos pueblos independientes que tenían costumbres muy parecidas y hablaban un mismo idioma: el kakán. Todos eran agricultores y el cultivo del maíz era fundamental para ellos. Producirlo, los exigía, como a los guaraníes, grandes trabajos.

Cultivaban en valles y montañas
Los diaguitas vivían en una zona de montaña, donde llueve poco y el agua es escasa. Para practicar la agricultura, debieron resolver problemas distintos de los que enfrentaban los guaraníes. Como no tenían superficies planas donde cultivar, construyeron grandes escalones o terrazas en las laderas de las montañas. También buscaron la forma de aprovechar bien el agua de lluvia o la de los manantiales de montaña: construyeron represas para almacenarla y un sistema de canales para guiarla hacia los campos de cultivo. Todos los hombres del pueblo debían colaborar para construir las terrazas de cultivo y los sistemas de irrigación. El jefe o cacique dirigía estos trabajos comunitarios.

Las aldeas diaguitas
Los diaguitas vivían en aldeas más grandes que las de los guaraníes. En ellas habitaban entre mil y tres mil personas. Las levantaban en los valles o en las laderas de las montañas. Como eran pueblos muy aguerridos, muchas aldeas estaban amuralladas.
Las aldeas tenían distintas formas. Las calles eran angostas y había plazas en las que se celebraban fiestas y ceremonias. También tenían depósitos donde guardaban semillas y alimentos para las épocas de escasez.

Casas de piedra o quincha
Las viviendas eran por lo general rectangulares y tenían varias habitaciones. Las paredes se construían con piedras irregulares, montadas y encajadas una sobre otra, sin mezcla que las uniera. Otros pueblos las construían con una mezcla de barro y paja llamada quincha. Los techos se hacían con tirantes de madera y se cubrían con ramas o con paja y barro.
Las familias de los caciques tenían casas más grandes y más sólidas que el resto del pueblo. Estaban ubicadas en los lugares más protegidos o cerca de donde se celebraban las ceremonias en honor de sus dioses: el Rayo y el Trueno.

Hábitos
Las terrazas de cultivo eran grandes escalones de tierra, sostenidos con paredes de piedra para evitar que se desmoronaran. Construirlas y mantenerlas en buen estado requería del trabajo de muchos hombres de la comunidad.
Los diaguitas cultivaban gran variedad de plantas a lo largo del año. En la época de siembra, los hombres abrían hoyos en la tierra utilizando palos cavadores.
Las mujeres echaban las semillas en los surcos. Luego, cuando las plantas maduraban, todos se ocupaban de realizar la cosecha.
No sólo cultivaban maíz. Plantaban, además, zapallos, papas, ajíes, porotos, maní y quinoa. Lo hacían en distintas épocas del año en terrenos situados a diferentes alturas. La papa y la quinoa, por ejemplo, crecen bien en zonas altas y frías.
También recolectaban frutos, semillas y raíces silvestres. Uno de los frutos que más apreciaban eran las vainas de algarrobo. Eran muy nutritivas. Con ellas fabricaban harina y una bebida alcohólica, llamada aloja. Cada pueblo tenía sus algarrobales y los cuidaba celosamente. Si otros pueblos se animaban a entrar sin permiso, podían pagar con su vida el atrevimiento.
Los diaguitas cazaban durante los meses en que no se podía cultivar. La carne de los animales que cazaban los servía para complementar una dieta fundamentalmente vegetariana.
Los diaguitas criaban llamas y alpacas. Con sus lanas confeccionaban vestimentas. La llama era, además, fundamental para el transporte de cargas.
Las mujeres cocinaban polenta, locro y guisos muy variados. Con el maíz también hacían pochoclo y una bebida alcohólica llamada chicha.
En sus telares, las mujeres tejían la lana de alpacas, llamas y vicuñas. Hacían túnicas y abrigadas mantas para cubrirse en los días de frío.
Los hombres fabricaban arcos, flechas y los instrumentos de labranza que utilizaban.

 
Los guaycurúes
Habitaban la región del Chaco, que abarca las actuales provincias de Formosa, este de Salta, norte de Santiago del Estero y Santa Fe. Este pueblo estaba formado por cuatro grupos más pequeños: los tobas, a lo largo de los ríos Pilcomayo y Bermejo; los pilagaes, que vivían en el centro de la actual Formosa; los mocovíes, ubicados al sur, entre los ríos Bermejo y Salado; y los abipones, hacia la desembocadura del Bermejo. Eran pueblos nómades, cazadores y pescadores.

Algo más
Los guaycurúes se dividían en pequeños grupos que se trasladaban, según las épocas del año, en busca de lugares propicios para cazar, pescar y recolectar plantas silvestres. Si bien se movilizaban todo el tiempo, volvían siempre a su territorio, que delimitaban con señales propias. De esta manera cuidaban de que no se agotaran los recursos.

Los guaycurúes hoy
De acuerdo con los datos que brinda la Asociación Indígena de la República Argentina, los tobas, mocovies y pilagaes que actualmente subsisten en el país, viven en condiciones de extrema pobreza. Los abipones, de los que a fines del siglo pasado sobrevivía un pequeñísimo grupo, han desaparecido por completo.

Los pampas
La región pampeana estuvo poblada desde hace muchísimo tiempo. Los guaraníes llamaron querandíes a sus primeros habitantes. Más adelante, criollos y españoles llamaron pampas tanto a los querandíes como a algunos otros indios que se establecieron allí. Eran cazadores y pescadores, y se desplazaban para buscar sus alimentos. A mediados del siglo XVI comenzaron a domar los caballos que había dejado la expedición de Pedro de Mendoza, y se convirtieron en excelentes jinetes.



Calchaquíes
Pueblo amerindio que habitaba en la región noroeste argentina de los valles de Yocavil y Calchaquí, en la provincia de Salta, y partes adyacentes de Tucumán y Catamarca.
La expansión incaica afectó a este grupo de lengua kakana, cuya economía estaba basada en la agricultura de andenería e irrigación artificial de productos como el maíz, la quinoa y la papa, entre otros. Sus poblados, construidos en lugares elevados, están formados por viviendas rectangulares hechas de piedra o tapial, a veces con recintos fortificados generalmente realizados durante el dominio incaico. Poseían una industria en la que destacaba la producción textil, la cerámica, la cestería y la metalurgia, esta última aportada por la cultura inca. Su organización política tribal llegaba hasta la confederación al mando de un solo general, revestido con poder terrenal y divino.


ABORÍGENES DE LA ACTUALIDAD
Algunos grupos aborígenes viven en la actualidad, en diferentes zonas del país. Conservan aspectos de la antigua cultura: su lengua, costumbres y expresiones artísticas y artesanales.
La conquista española provocó una gran cantidad de cambios en sus formas de vida. Algunos los aceptaron, otros no (estos se han extinguido).
Existen grupos que viven en reservas. Muchos dejaron el lugar de origen en busca de trabajo. Mantienen actividades parecidas a las de la antigüedad. Muchos viajan a diferentes lugares para trabajar.
Existen asociaciones formadas por indígenas que se ocupan de reclamar sus tierras y sus costumbres.
 
Aborígenes
¿Dónde viven?
Coyas
Prov. de Mendoza y Jujuy.
Chiriguanos
Prov. de Salta.
Matacos
Prov. de Salta.
Chorotes
Prov. de Formosa y Chaco.
Mocovíes
Prov. de Formosa y Chaco.
Tobas
Prov. de Formosa, Chaco, Santa Fe y Buenos Aires.
Guaraníes
Prov. de Misiones, Corrientes y Entre Ríos.
Mapuches 
Prov. de Río Negro y Neuquen.
Tehuelches
Prov. de Chubut y Santa Cruz.




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